Catalina, una de las trabajadoras, relató que se encontraba cerrando la caja del turno tarde, mientras su compañera Evelyn guardaba las sillas del exterior, cuando una moto se estacionó frente a la puerta del local. “Pensé que venían a comprar, nunca imaginé que nos iban a robar. Es mi primera experiencia así, tengo 21 años”, contó angustiada.

Uno de los ocupantes de la moto se quedó a bordo mientras el otro, con el rostro cubierto, ingresó al local y, sin mediar palabra, exhibió un arma de fuego exigiendo el dinero. Catalina entregó el efectivo que tenía a mano, correspondiente al cierre de varias jornadas, mientras el ladrón exigía también los celulares.

“Me pidió que desbloqueara el celular y me apuraba. Era nuevo, lo había comprado hacía dos días. Tenía una funda transparente con stickers que decían ‘Catalina’”, explicó. Pese a haberlo bloqueado después del robo, sabe que eso hoy en día no garantiza su recuperación.

Su compañera Evelyn se resistió a entregar su teléfono, pero el delincuente la apuntó directamente con el arma hasta que cedió. Tras cometer el robo, los delincuentes huyeron por calle 6, mientras una patrulla municipal que pasaba por la zona no se detuvo a pesar de los pedidos de auxilio.

“Salí al medio de la calle a pedir ayuda. Por suerte pararon unos vecinos que llamaron a la policía. Vinieron en cinco minutos y también llegó mi novio Matías, que es policía y me acompañó a hacer la denuncia”, relató Catalina, quien luego formalizó la denuncia en la Comisaría de 38 entre 7 y 8.

El caso está siendo investigado, pero hasta el momento no hay detenidos. Los vecinos y comerciantes de la zona reclaman mayores controles y presencia policial, especialmente en horarios nocturnos.