Preocupante relevamiento en barrios vulnerables de La Plata: el 38% de los jóvenes abandonó el secundario
Más del 50% no logra imaginar un futuro.

Un estudio reciente sobre la realidad de jóvenes de entre 15 y 18 años que habitan barrios vulnerables de La Plata revela datos alarmantes sobre el abandono escolar, la falta de proyección a futuro y las dificultades de integración en el sistema educativo y laboral.
El relevamiento, que se realizó a través de entrevistas personales a 73 adolescentes de sectores populares como La Emilia (Romero), Altos de San Lorenzo, Tolosa/La Unión, Bajada y El Mercadito, refleja que el 38% de los jóvenes abandonó el secundario. Entre quienes dejaron de estudiar, solo el 21% realiza alguna actividad laboral, mientras que el 79% restante permanece al margen del sistema formal de trabajo o estudio.
Pero el dato más preocupante surge cuando se les consulta sobre cómo se ven en el futuro: más del 56% no logra proyectarse con claridad, eligiendo respuestas como “haciendo lo que pueda” (28.7%) o directamente “no lo sé” (27.3%). Solo un 43.8% expresó esperanza de tener una familia y un trabajo estable en los próximos cinco años.
Pese al panorama adverso, el estudio también muestra señales positivas: el 90.5% manifestó un gran interés por capacitarse en oficios si existieran cursos en su propio barrio, y un 69.5% aún sueña con acceder algún día a la universidad. El 91% de los encuestados eligió al club barrial como el espacio ideal para estos cursos, evidenciando el rol clave de las instituciones comunitarias en el acompañamiento social.
Uno de los aspectos más significativos del relevamiento es la distancia entre las ganas de progresar y las herramientas concretas para hacerlo. "En las charlas vimos ganas de 'hacer algo', pero el contexto no les permite visualizar el qué", remarcaron los responsables del estudio, quienes impulsan el programa “Jóvenes con Futuro/Barrios Vulnerables”, que busca articular formación, contención y oportunidades en sectores donde el Estado muchas veces no llega.
El informe no solo aporta números: abre un debate sobre la falta de políticas públicas integrales para jóvenes en situación de vulnerabilidad, el papel de la educación, la formación en oficios y el fortalecimiento de redes comunitarias como herramientas para construir un futuro más justo y posible.