El triple narco crimen y la favelización de la Provincia
Opinión | Por Lautaro Slpizer (Abogado penalista)

El reciente triple crimen en Florencio Varela no es un hecho aislado. Es la muestra más cruda y descarnada del avance del narcotráfico en la provincia de Buenos Aires. Como abogado penalista, no puedo dejar de advertir que nuestras localidades están atravesando un proceso de degradación social que recuerda a ciudades mexicanas como Tijuana, Juárez o Mexicali. Medellín, que alguna vez fue el epicentro del narcotráfico mundial, parece hoy un parque temático en comparación con lo que ocurre en nuestro territorio. La Plata, por su parte, ya refleja muchos de los rasgos que convirtieron a Rosario en la capital argentina de la violencia narco.
Desde hace años el narcotráfico crece a pasos agigantados, principalmente en los sectores más vulnerables. Allí, donde la presencia del Estado es débil o inexistente, se consolida un fenómeno que denomino favelización: las bandas criminales comienzan a controlar la entrada y salida de los barrios, regulan la vida cotidiana de los vecinos y los convierten, por miedo o necesidad, en parte de la red delictiva. La pobreza, lejos de ser contenida por políticas públicas eficaces, se transforma en un caldo de cultivo ideal para la expansión del crimen organizado.
El verdadero poder del narcotráfico, los altos mandos de la cadena criminal, se mantiene lejano e intocable. Mientras tanto, en las barriadas más postergadas, los jefes narcos deciden quién trabaja, quién consume y hasta quién vive. La población queda atrapada entre la violencia y la falta de alternativas.
A este escenario se suma un problema grave: el temor a las represalias no solo atraviesa a los vecinos, también condiciona a policías, jueces, fiscales y funcionarios. Muchos saben que sus esfuerzos individuales para enfrentar al narcotráfico quedan en nada si no existe un engranaje estatal que funcione de manera mancomunada. Y lo que hoy vemos es exactamente lo contrario: un Estado fragmentado, donde el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial se culpan mutuamente por la falta de resultados.
Si no se construye una política criminal coherente, sostenida y conjunta, lo que ocurrió en Florencio Varela será apenas un anticipo de lo que viene. Porque, lamentablemente, lo peor aún está por venir.